La fórmula para ser la próxima superpotencia: China vs. USA
- Federico Quinzaños
- May 26
- 3 min read

“Falta una pieza en el rompecabezas… y creo saber cuál es.” Con esas palabras cerré mi intervención en el Space Leadership, Business and Diplomacy Forum, rodeado de veteranos de la NASA, exagentes de inteligencia y altos mandos de agencias espaciales de Corea, Arabia Saudita y Europa. Después de cinco días intensos hablando de misiones a Marte, estrategias lunares y plataformas orbitales, una idea quedó clara: la complejidad de la agenda espacial no se resuelve solo con cohetes. Exige un sistema que integre tres industrias clave —computación cuántica, inteligencia artificial y exploración espacial— en una sola visión estratégica.
Según Precedence Research, el mercado global de computación cuántica alcanzará 1,440 millones de dólares en 2025, y crecerá a una tasa anual compuesta del 30.9 % hasta 2034. Aunque aún en fase inicial, su potencial es revolucionario: resolver en segundos problemas que hoy tardarían años incluso para los superordenadores más avanzados. Desde la optimización de cadenas de suministro hasta la simulación de moléculas para nuevos medicamentos, la cuántica se perfila como el nuevo motor de la innovación. El país que logre integrarla como infraestructura de investigación y desarrollo obtendrá una ventaja estratégica abismal.
En paralelo, la inteligencia artificial se consolida como la mente omnipresente del nuevo orden tecnológico. En 2024, la inversión global en IA —incluyendo software, hardware y servicios— alcanzó los 235 mil millones de dólares. Según IDC, se espera que llegue a 632 mil millones en 2028, con un crecimiento del 29 % anual. Hoy, la IA impulsa desde vehículos autónomos hasta diagnósticos médicos. Pero su verdadera potencia emerge al combinarla con computación cuántica: algoritmos capaces de procesar y aprender de cantidades masivas de datos en tiempo real. Una fusión que podría cambiar no solo industrias, sino civilizaciones.
Mientras tanto, la agenda espacial continúa su expansión como la plataforma de lanzamiento del futuro. En 2025, la NASA contará con un presupuesto de 25,400 millones de dólares, mientras que la Administración Espacial China (CNSA) invertirá 18,150 millones en su programa civil. Estos recursos financian cohetes reutilizables, constelaciones de satélites y misiones lunares. Pero detrás de cada lanzamiento hay millones de líneas de código, procesos automatizados y decisiones críticas. La logística orbital y la colonización lunar ya no pueden depender solo de humanos: necesitan un sistema autónomo, fiable e interconectado.
Aquí se enfrentan dos modelos. Estados Unidos apuesta por el sector privado. SpaceX, Blue Origin y otras firmas lideran la innovación con alianzas público-privadas. China, en cambio, sigue una estrategia estatal unificada, capaz de imponer integración vertical con velocidad. El presupuesto de defensa estadounidense para 2025 asciende a 849,800 millones de dólares, con una reasignación estratégica hacia la Armada y la Fuerza Aérea. China, por su parte, destinará aproximadamente 246,000 millones de dólares, con un incremento del 7.2 % anual, consolidando su control sobre sectores estratégicos. Ambas potencias compiten en sofisticación tecnológica y proyección global, pero ninguna ha logrado construir aún el “sistema nervioso” que conecte cuántica, IA y espacio en una sola plataforma de comando y decisión.
El próximo gran salto no será un cohete más potente. Será una convergencia: computación cuántica para acelerar simulaciones críticas, inteligencia artificial para interpretar datos y tomar decisiones autónomas, e infraestructura espacial para desplegar y mantener redes orbitales seguras. El país —o alianza— que articule estos tres ecosistemas, mediante centros de excelencia, marcos regulatorios y plataformas colaborativas, detonará una nueva era de prosperidad, seguridad y liderazgo civilizatorio. No se trata solo de ganar una carrera espacial. Se trata de diseñar el futuro de la humanidad: una red interconectada de inteligencia, materia y voluntad más allá de la atmósfera terrestre.
En la vastedad del cosmos, la verdadera victoria será de quien sepa combinar poder, ciencia y visión colectiva. Ese es el reto para China y Estados Unidos. Quien resuelva la fórmula, gobernará los próximos cien años.
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