La Ciudad de los Comienzos
- Rogelio Haces
- Nov 10
- 3 min read

Desde su fundación en 1530, Querétaro ha sido una de las regiones más importantes a la hora de estudiar el fenómeno del desarrollo capitalista en Norteamérica. Entre sus valles fértiles y en conjunto con otros estados como Guanajuato y San Luis Potosí, nació una de las economías más complejas del mundo colonial. A diferencia de otras zonas extractivas del imperio Español, el Bajío articuló minería, agricultura y manufactura bajo una lógica que anticipaba los principios del capitalismo moderno.
Por la Ruta de la Plata, las riquezas extraídas de las minas de Zacatecas y Guanajuato descendían hacia Querétaro, donde se procesaban, almacenaban y redistribuían hacia la Ciudad de México y el puerto de Veracruz. Desde allí, cruzaban el Atlántico para financiar al imperio, quien veía en la Nueva España y en el Bajío una fuente inagotable de riquezas con las que podían no sólo sustentar un país entero, sino imaginar un crecimiento más allá de lo económico. Así mismo, por esta vía llegaron a México ideas, mercancías y tecnologías que transformaron las formas locales de trabajo, propiedad y organización.
Querétaro en particular se consolidó así como un vértice de interconexión global, donde coexistían comerciantes, ingenieros, artesanos y hombres de fé. En sus haciendas y talleres convivían la tradición indígena con la innovación europea, dando origen a un mestizaje económico y cultural que, siglos después, se reflejaría en el carácter industrial, moderno y profundamente comunitario de la región.
Pero la relevancia de Querétaro no se limita únicamente al plano económico. Este estado ha sido testigo de eventos fundamentales en la construcción del México moderno.Fue aquí donde en 1810 inició la conspiración por la independencia, en un entorno de reuniones clandestinas, comerciantes criollos y mujeres adelantadas a su tiempo, como Josefa Ortiz de Domínguez. La libertad mexicana comenzó no en los palacios del poder, sino en las salas queretanas donde se discutía el futuro de un país aún por imaginarse.
En 1867, Querétaro volvió a ser el escenario de un cambio de era. En el Cerro de las Campanas cayó el emperador Maximiliano y junto con él, el Segundo Imperio Mexicano. Su fusilamiento no solo significó el fin de un régimen extranjero, sino la confirmación definitiva de una nación soberana. Desde ese momento, el espíritu republicano encontró en Querétaro un suelo sagrado.
Y en 1917, cuando el país buscaba recomponer su tejido tras la Revolución, fue en el Teatro de la República donde se promulgó la nueva Constitución. Allí se sentaron las bases del México moderno: los derechos sociales, la educación pública, la justicia laboral, y la idea de que el desarrollo debía tener un rostro humano.
Pocas ciudades del mundo pueden presumir haber sido testigo de tantos comienzos decisivos. Querétaro ha sido una especie de punto de reinicio histórico: el lugar donde los proyectos de nación se apagan y renacen bajo una nueva luz.
Casi cinco siglos después, Querétaro conserva esa vocación de centralidad. Lo que en la Colonia fue la Ruta de la Plata, hoy se refleja en corredores industriales, carreteras, aeropuertos y parques tecnológicos que conectan el Bajío con todo el continente.
Su desarrollo no es casual: Querétaro se ha convertido en el epicentro industrial y logístico del norte global latinoamericano, integrando cadenas de valor con Estados Unidos y Canadá en sectores como el automotriz, aeroespacial, energético y tecnológico. Lo que alguna vez fueron carretas transportando plata, hoy son rutas inteligentes de datos, energía y manufactura avanzada.
El Bajío es, en esencia, una economía interdependiente, como la que Tutino describía siglos atrás, pero ahora proyectada a escala continental. En Querétaro, las empresas locales colaboran con universidades estadounidenses, los ingenieros mexicanos diseñan piezas que vuelan en aviones canadienses, y los capitales norteamericanos encuentran estabilidad y talento en suelo mexicano. Aquí se materializa la visión de una Norteamérica unida, productiva y humana.
Por todo esto, The Grand North America tiene un fundamento histórico profundo para estar en Querétaro. No se trata solo de una decisión geográfica o logística, sino simbólica y estructural.Querétaro es el lugar donde el pasado y el futuro de Norteamérica se tocan:
The Grand North America se levanta sobre esta herencia. Así como la Ruta de la Plata conectó el mundo ibérico con Asia y Europa, TGNA busca conectar a México, Estados Unidos y Canadá bajo una narrativa compartida de prosperidad, innovación y destino común.
Desde Querétaro, se lanza una idea: que el futuro no se construye desde las capitales tradicionales, sino desde los centros donde la historia, la producción y la cultura se cruzan. Que los territorios con memoria son los que pueden imaginar los nuevos comienzos.
Querétaro vuelve a ser, una vez más, el lugar donde empieza la historia.




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