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Institutions, Institutions, and More Institutions

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Londres, 2025.

El Concordia Europe Summit se celebró este año en el corazón político y simbólico del Reino Unido. Fue un evento sobrio, sofisticado, profundamente útil, y a la vez una afirmación rotunda: en tiempos en los que las ideas tambalean, las instituciones son el único refugio confiable del mundo moderno.


Durante dos días, líderes de Estado, ex primeros ministros, CEOs globales, diplomáticos, académicos, inversionistas y estrategas nos reunimos no solo para escuchar discursos, sino para hacer lo que realmente importa en estos foros: conversar entre pasillos, construir relaciones y captar el pulso de la agenda internacional.


Entre las figuras destacadas: representantes de Irlanda, Alemania, Croacia, España, Francia, Estonia, Noruega, Finlandia, Italia, Ucrania y, por supuesto, del Reino Unido. Me sentí honrado de ser el único mexicano representante de una institución: The Grand North America, nuestro proyecto de integración continental y liderazgo estratégico para el futuro de México, Estados Unidos y Canadá.


Tuve dos conversaciones que, sin duda, valen una biblioteca.


Uno de los momentos más significativos fue durante un cóctel privado, cuando pude conversar con Theresa May, ex primera ministra del Reino Unido. Le compartí que en The Grand North America estamos promoviendo la creación de nuevas instituciones para el futuro de Norteamérica, diseñadas no desde la burocracia, sino desde la visión, la necesidad y la misión de líderes con propósito.


Su respuesta fue clara, generosa y estratégica. Me dejó tres puntos memorables:


No tengas miedo de crear instituciones.

Las instituciones no deben quedar en manos de los grandes nombres ni de los aparatos estatales. Si algo necesita una sociedad sana, es que sus ciudadanos, emprendedores y pensadores se atrevan a institucionalizar sus ideas.

Revisa tu historia.

En el Reino Unido, prácticamente todo está institucionalizado: la gastronomía, la música, la legalidad, la academia, la política. La fuerza de su democracia se sostiene en un entramado de instituciones que se han adaptado sin traicionar su esencia.

Explica a la sociedad por qué las instituciones importan.

Crear una institución no es solo un acto administrativo, es un acto pedagógico. Hay que recordarle a la gente que las instituciones protegen derechos, preservan la memoria y organizan el futuro.

Minutos después, conversé con Cherie Blair: abogada, activista, fundadora de una organización de gran influencia y, por supuesto, esposa del ex primer ministro Tony Blair. Su visión fue complementaria, pero igualmente poderosa:


Todo comienza con la visión.

La pregunta no es qué institución construir, sino qué mundo queremos ver. Las instituciones son instrumentos, no fines. ¿Queremos una Norteamérica más justa, más libre, más innovadora? Entonces hay que diseñar sus herramientas.

Gobernanza.

No hay institución sana sin reglas claras, estructuras funcionales y sistemas de toma de decisiones transparentes. La forma sí importa.

Transparencia.

Si queremos legitimidad, tenemos que crear instituciones que rindan cuentas, abran sus datos, construyan confianza y resistan el escrutinio.

Fue impresionante cómo, a pesar de venir de partidos distintos y trayectorias diferentes, ambas compartían un mismo código de fondo: las instituciones no son reliquias del pasado, son las columnas del futuro.


Concordia no se celebra solo en Europa. También tiene sus capítulos globales en Nueva York y en Miami (enfocado en América Latina). Pero este encuentro en Londres tuvo un tono distinto: más sobrio, más reflexivo, más anclado en la historia larga del parlamentarismo, la diplomacia y el arte de gobernar en contextos complejos como el que estamos viviendo hoy.


Mientras conversábamos sobre inteligencia artificial, conflictos geopolíticos, cambio climático y el rol del sector privado, había una constante implícita: el mundo está hambriento de estructuras confiables. Y no se trata solo de estructuras físicas, sino simbólicas, éticas, culturales.


En esa misma charla con Theresa May, le pregunté qué había sido lo más complejo que le había tocado vivir como líder —y vaya que enfrentó una era compleja en el Reino Unido—. Me respondió:

“Antes, como primer ministro, tomaba una decisión importante cada semana. Hoy, los líderes deben tomar varias decisiones críticas al día. El mundo se ha acelerado, y eso exige nuevos equipos, nuevas formas de procesar información y, sobre todo, nuevas instituciones”.


¿Qué me traigo de vuelta a México y a Norteamérica?


Me queda claro que, si queremos construir el futuro, no podemos depender solo de gobiernos o coyunturas. Las grandes transformaciones nacen cuando alguien —una persona, una comunidad, una generación— decide convertir una visión en una institución.


Hoy, más que nunca, necesitamos nuevas instituciones en todos los frentes: tecnológicas, ambientales, educativas, financieras, culturales, energéticas, civiles. Instituciones que representen una nueva ética del liderazgo, de la cooperación y de la sostenibilidad.


En The Grand North America estamos sembrando esa visión. Y esta visita a Concordia me lo confirmó: el continente no solo necesita líderes. Necesita arquitectos de instituciones.


Y si no las diseñamos nosotros… alguien más lo hará.

 
 
 

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